LOS IMPRESCINDIBLES
Lola Benítez Molina
Hay personas que son recordadas por su contribución al bien de la humanidad y siempre estarán presentes de una manera u otra. Su legado permanece y son dignos de elogio y reconocimiento. Son imprescindibles.
¡Qué difícil es, a veces, analizar el comportamiento humano! Motivado por la investigación de este cabe mencionar a Eric Berne, creador de la teoría de “Análisis Transaccional”. Se basa en la observación y estudio de la personalidad como ayuda para comprender la relación con los demás y con nosotros mismos. Hay actuaciones que carecen de toda lógica. Ser recordado por ser nefasto no tiene ningún mérito.
Berne, nacido en Montreal (1910) estudió Psicología y Medicina y en plena Segunda Guerra Mundial, en 1941 decidió ingresar al cuerpo médico del ejército. Allí comienza a trabajar en terapia de grupo con el objetivo de que los militares, que se daban de baja en el ejército por causas psicológicas, tuvieran la oportunidad de conseguir suficiente grado de normalidad como para poder reintegrarse, de nuevo, al servicio activo.
La práctica de su método persigue que el paciente pueda cambiar sentimientos, pensamientos y comportamientos.
Eric Berne hablaba del “análisis del guion”. Para él los guiones constituían la repetición de acontecimientos desdichados de la infancia por parte del individuo, por lo que el objetivo de su estudio consistía en liberar al sujeto de volver a revivir esas situaciones, dirigiendo su atención en otras direcciones.
Su “análisis transaccional” permite sentir y tomar conciencia de lo que somos y de lo que necesitamos y deseamos. Estudió cómo interaccionamos las personas. Intenta comprender la relación que se establece con los demás y con nosotros mismos. Aportó grandes ideas al mundo de la comunicación. Según él la cooperación y comprensión es la forma de progresar de individuos y grupos.
Una frase suya es: “En vez de animar a la gente a vivir valientemente en un viejo mundo, es posible hacerles vivir felizmente en un valiente mundo nuevo”. Hubiese podido contribuir más, pero un infarto a la edad de sesenta años le segó la vida.
Hacen falta más imprescindibles, con carisma, que contribuyan a crear un mundo nuevo ávido de felicidad, paz y solidaridad.
Concluyo con una frase de Sir Francis Bacon que sería bueno tener presente: “La perfección de la propia conducta estriba en mantener cada cual su dignidad sin perjudicar la libertad ajena”. Si actuáramos siempre desde el respeto a los demás y sabiendo escuchar se evitarían muchas contiendas.